La Mar Salada ha atendido a clientes que recordaban con detalle haberse sentado a la mesa incluso antes de la existencia de este restaurante de la Barceloneta, que data del día 16 de diciembre de 1993.
—Que sí, que sí, que nuestra familia ya venía desde mucho antes.
—¿Y no será que nos confunde con otro establecimiento del paseo? Piense que, aquí, antes había una nave que solo era un almacén.
—Era este lugar, seguro. Y además, también me acuerdo del nombre. La Mar Salada. ¡Sí! Habíamos venido tantas veces…
Eso ha pasado, no una sino varias veces. ¿Nos encontramos ante un expediente X? Pues no necesariamente. Hay una explicación probable y muy sencilla: este es un lugar donde te encuentras como en casa y que genera adicción. Vuelves. Y vuelves otra vez. Porque los precios no lo hacen prohibitivo, porque la comida se lo merece y porque estás a gusto de verdad. La familiaridad, la cotidianidad y la creatividad de la memoria deben de hacer el resto. Así como hay malas experiencias que olvidamos, las buenas las reforzamos.